Este fin de semana he pasado unos días en Tapia de Casariego (Asturias), donde nos hemos dado cita las gentes de la Red de Educación para la Participación Juvenil «Creando Futuro«, en lo que ha sido el #PiratasCF de 2014, gracias a la acogida de Fundación Edes. Ha sido muy intenso, productivo y emocionante. Por eso no dejo de preguntarme de donde sale toda la capacidad, energía, conocimientos compartidos, compañerismo, apoyo mutuo, alegría, escucha, por no hablar del apoyo recibido en la campaña de Goteo a nuestra iniciativa por tantas personas, conocidas y desconocidas que creen en lo que hacemos.
Y es que el momento que estamos viviendo, tanto en lo personal como en lo colectivo, es durísimo, es agobiante, es -o debería ser- paralizante. Porque sinceramente estamos hartas y cansadas. Hartas y cansadas de…
Que nos aprieten cada vez más a quienes intentamos sobrevivir en la precariedad e incertidumbre cotidiana, que pisen nuestra dignidad cada día que intentas salir adelante, que nos traten como imberbes con argumentos de marketing para vendernos el humo de la recuperación, que la gente siga perdiendo todo y solo se hable de fútbol, que quienes sufren tengan cada vez mas miedo y quienes se lo llevan calentito salgan de rositas, que nos digan que la gente está feliz en la calle y nos entren ganas de lo peor, que no haya recursos para lo esencial, que la política partidista nos divida, intente pescar en río revuelto, nos pidan el voto pero no nos pidan tomar parte. Hartas y cansadas de que nuestra gente se vaya al paro, pierda techo, no tenga lo mínimo y el miedo se meta en sus huesos, la ansiedad en sus pulmones, las lágrimas en sus ojos. Hartas y cansadas de que no se de valor a nuestro trabajo, se desprecie su utilidad, nos dejemos la vida en ello y encima nos espeten que debemos emprender, innovar, cuando la mayoría del tiempo nadamos sin salvavidas.
Pero resulta que cuando deberíamos estar cada cual por nuestro lado, salvando el pellejo, tirando por la borda todo el lastre que no sirva para pagar las facturas, encuentro a gente que se apoya, se emociona con y desde el trabajo de otras, crea nuevas iniciativas, hace mutar las prácticas cotidianas respondiendo a la realidad, se atreven a cuestionar, dialogar, debatir, aportar, participar. Resulta que veo como me rodean personas que sacan lo mejor de si mismas, se conjuran contra el miedo, se miran a los ojos para vincularse al futuro desde la complicidad de quienes se sienten parte de la misma manada, trabajan sin empleo, construyen sin grúas, montan cosas sin escaleras, caminan sin bastones, saltan sin trampolín. Y eso, de verdad, me parece inexplicable. Inexplicables reacciones de toda la gente que conozco -la lista sería enorme- gracias a las cuales aquí me tienes dando lo que puedo, haciendo lo que se.