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Aniversario con causas.

carnetprisionMañana sábado 25 de febrero se cumplen 20 años desde mi ingreso en la prisión Sevilla 1, para cumplir la pena impuesta por INSUMISIÓN  de 2 años, 4 meses y 1 día. Mañana hace 20 años, pero los motivos para que en su momento tomara esta decisión, en el marco de una estrategia colectiva de desobediencia civil siguen intactas. Es cierto que no existe servicio militar obligatorio, pero reducir la lucha antimilitarista a la «mili» es un enorme error. El presupuesto en armamento sigue creciendo, los conflictos y guerras siguen asolando países y cercenando vidas, la industria armamentística sigue siendo poderosa y las injusticias siguen acrecentándose fuera y dentro de nuestras fronteras. Vivimos tiempos donde se produce una militarización constante de la vida civil, tanto en el plano laboral como el social y los valores de cooperación, igualdad y conciencia crítica no son precisamente mayoritarios. Siguen existiendo motivos para la insumisión.

En el plano personal, la experiencia en prisión fue realmente dura, pagando con la libertad un planteamiento ético-político, pero donde mi entorno familiar y de amistades tuvieron que redoblarse para sostenerme, para hacer que cada día se fuera superando y que la soledad tuviera sentido una vez que los medios de comunicación y la campaña política quedaban en un segundo plano. Son a ellas a quienes hoy debo dar las gracias, porque ese tránsito no hubiera sido posible sin el apoyo incondicional que recibí de familiares, gente amiga y activistas por la paz; gentes del MOC, Mujeres de Negro,  de la CGT y de tantas organizaciones y colectivos que nos estuvieron arropando en aquellos momentos. Fue un periodo duro pero lleno de aprendizajes, un momento que ha marcado mi vida.

Es la insumisión un movimiento único que no ocupa el lugar que se merece. Parece que nada ocurrió entre las carreras delante de los grises y el 15M, pero protagonizamos uno de los movimientos de desobediencia civil organizada más numerosos de la historia. También queda mucho todavía por sacar a la luz sobre el papel de las mujeres en el movimiento antimilitarista. Ellas jugaron y juegan un papel clave, fundamental, en el desarrollo de la estrategia, en la teorización y la práctica antipatriarcal de la insumisión, aunque el foco estaba siempre fijo sobre nosotros. Los aprendizajes que adquirimos en aquellos momentos gracias a la participación de las mujeres feministas y antimilitaristas fueron enormes.

Por eso hoy, 20 años después, creo que siguen existiendo causas para sentirme insumiso, antimilitarista. Hoy perdura la violencia y la guerra; de género, la represión cotidiana, cercana, los pasos atrás en libertad de expresión; pero también global, acrecentándose los conflictos, la muerte y el dolor. Este aniversario tiene hoy muchas causas. Por otros 20 años más de insumisión.

25 años aprendiendo…

insumiso2Hoy ando de celebración. Hoy hace 25 años que firmé mi primer contrato profesional como animador sociocultural del Ayuntamiento de Mairena del Aljarafe. Hoy cumplo 25 años de profesión.

Estos días atrás han sido de muchos recuerdos, de volver la vista atrás y darme cuenta que he aprendido de mucha buena gente, pero que tengo la sensación de saber poco. Es cierto que en tanto tiempo uno va pillando onda al trabajo con grupos, pero todavía hoy nos enfrentamos a situaciones y realidades nuevas para las que no valen viejas recetas.

He aprendido de quienes han impulsado los movimientos sociales en los que he participado activamente, pero en términos profesionales, de aquellas personas que pusieron en marcha la Escuela de Animación Sociocultural de Andalucía -EPASA- que me enseñaron la necesidad de contar con procedimientos. He aprendido en el Ayuntamiento de mi pueblo la importancia de impulsar la participación juvenil, he aprendido de la Asociación Elige la Vida a trabajar en equipo sin abandonar la esperanza, he aprendido de las personas del Centro de Menores la Jara a confiar en quien sufre, he aprendido de las gentes de Colectivo Ideas la fuerza de un proyecto compartido y he aprendido de todas las personas que han pasado por el CRAC -en especial de mi hermano y maestro Fernando de la Riva– la grandeza de lo sencillo. También en todo este tiempo he aprendido de muchas, de cientos de personas que se han cruzado en mi camino y que han sido referentes éticos y metodológicos; gente que ha participado en un taller, en un proyecto, en una red, en una historia compartida. Pero también de Lita, Malú, mi familia y gente amiga. Porque son 25 años «perprofesionales» donde en ocasiones es difícil establecer la frontera entre lo técnico y lo personal.

Echo la vista atrás y solo puedo sentir que he tenido mucha suerte, que debería dar las gracias a tanta gente, que es un regalo cumplir estos 25 años en la brecha con tantas experiencias vividas, que me hacen consciente de que lo que soy es gracias a las personas que me han influido en todos estos años.

Gracias por acompañarme en este camino.

De lo mejor que me (nos) puede pasar.

Estos están siendo días -debería decir meses- muy intensos. Todo a nuestro alrededor está lleno de situaciones dolorosas, de medidas que nos hacen ver el futuro con pesimismo, con los de siempre imponiendo a las de siempre sus condiciones, con cifras que te remueven en lo mas hondo como el reciente informe de Save the Children. Cuesta tener motivos para ver la realidad desde otro lado, desde un lugar común que nos acerque a visiones constructivas y esperanzadoras. Cuesta pero las hay. Es cierto que hoy las personas jóvenes lo tienen mucho peor en muchos sentidos, siendo un colectivo muy dañado en el proceso de desmantelamiento del actual modelo hacia la deriva neoliberal, que está dejando en manos del mercado -los de siempre imponiendo a las de siempre sus condiciones- nuestras vidas. Y resulta que nos toca celebrar. Muchas diréis qué momento es este para celebrar qué. Os lo cuento…

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Va cambiando el miedo, no el dolor.

En los últimos días se viene escuchan que el miedo empieza a cambiar de bando, a raíz de la tramitación de la Ley de Seguridad (¿?) que prepara el gobierno. Es posible que quienes están tomando las decisiones para el desmantelamiento progresivo de lo público así sea, que la deriva autoritaria de las formas de gobierno empiecen a estar presididas por la preocupación de estallidos sociales. Nada que ver las formas actuales de protesta con la violencia, por mucho que algunos medios así las quieran presentar. Desde el 15M del 2011 hasta la fecha, la inmensa mayoría de expresión de malestar han estado regidas por un civismo que a muchas personas les sorprende, comparado con la intensidad de las represiones de las mismas y el calado de los ataques a nuestras condiciones de vida. Es posible que empiece a cambiar de bando el miedo…pero no el dolor.

Resulta que lo vivido estos días con la muerte de tres personas de una familia en Alcalá de Guadaíra, nos vuelve a poner en las mismísimas narices en qué lugar está el sufrimiento, el dolor, la desesperación; no en los pasillos de los edificios presidenciales, no en las personas que pisan sus moquetas, tampoco en los parlamentos, tampoco en los plenos municipales, tampoco en las salas de juntas de los consejos de administración de las empresas que cotizan en el Íbex, en absoluto en los restaurantes y tiendas de lujo. Está en las casas, los barrios, las calles de siempre. No es nuevo, no es anecdótico, es la realidad profundamente injusta en la que vivimos.

Y entre tantas voces, echo de menos una que me inquieta: las personas profesionales de los Servicios Sociales, de los servicios de atención, integración, lucha contra la exclusión, que vaya más allá de la reclamación frente a los recortes y que ponga énfasis en las condiciones de desigualdad cotidiana a las que tienen acceso, las trabas para superarlas y sobre todas las cosas, el compromiso personal y fidelidad a las comunidades con quienes intervienen y no tanto a los mecanismos administrativos y políticos desde los que ejercen la profesión. Este es un aspecto que requerirá un extenso debate, pero llevo tiempo sintiendo una cierta incomodidad con quienes, desde la defensa de lo público, no confluyen en la defensa de los derechos de las personas más explotadas y excluidas.

Frente al dolor, frente a la desesperación, frente a tanta injusticia hay soluciones. Algunas de ellas viejas reivindicaciones de los movimientos sociales. La primera y urgente pasa por la Renta Básica de las Iguales; otras por la paralización del pago de una deuda injusta, la superación del modelo político de la transición o la apuesta decidida por otro modelo de vida. Y muchas mas en marcha, en gestación o consolidadas, desde lo personal a lo colectivo y al revés. Y entre ellas, el cambio profundo de concepción de la protección social. Porque puede que el miedo vaya cambiando de bando, pero yo lo que veo, palpo y siento sigue siendo el dolor de las de siempre.  

A lo claro…

Resulta que después del día de ayer, anda el personal dándole vueltas a la comparecencia de Mariano. La verdad es que las palabras al respecto se convierten en confusas. El caso es que la mentira forma parte del quehacer cotidiano, pero sobre todo, es sonrojante el circo, la pantomima, el bullicio, tanto en las salas donde se congregan sus «señorías» como en el eco mediático que resuena. Cada medio escribiendo al dictado (fin de la cita). Fin de la cita ha llegado para quedarse.

Pero el caso es que prefiero las cosas a lo claro. Me gusta que los rodeos se den cuando no encuentras algo, nunca para decir las cosas. Me gusta que las personas digamos lo que queremos con claridad, porque la literatura, la poesía es una cosa y la vida cotidiana, los retos a los que tenemos que hacer frente, la realidad en definitiva otra.

Mostrando la dignidad que hay en el Polígono Sur de Sevilla…

…O pidiendo una licencia para el baratillo en Cádiz…

Así, a lo claro, para que todo el mundo lo entienda. Me gusta.

Lo fundamental: las personas.

Ha entrado el verano como irrumpiendo en nuestras vidas. Es momento de compartir en los espacios con las demás, de encontrarnos y de cerrar capítulos en este curso intenso. Las plazas se llenan de gente, se llenan de niños y niñas jugando, la calle se convierte en el espacio prioritario.

Por eso, pienso en una plaza muy peculiar de mi ciudad. La Plaza del Pumarejo. Ahí la vida fluye, nos congregamos y suele ser sitio de encuentros y enredos, pero todo gracias a las que, desde hace ya bastantes años, impulsan la Casa Grande, la Casa Ciudadana, la Casa donde soñar e impulsar nuevas formas de relación. Si no la conoces, mira este vídeo…

Porque después de todo, siendo necesarias las metodologías, siendo imprescindible tener un objetivo en el trabajo colectivo, siendo esencial contar con las emociones, lo que de verdad nunca puede faltar es lo fundamental: las personas.

…Aprender de ellas.

Es posible que lo hayas visto por Internet  porque están inundando las redes sociales. Es posible que te haya llegado por correo electrónico. Lo único que puedo decir, es que estas imágenes me han conmovido en lo mas profundo. Por su contenido, por su reivindicación, por sus palabras, por sus gestos, por sus sonidos, por sus rostros. Mujeres que conozco y admiro, llevando a las esquinas del barrio de la Macarena mucha dignidad. Estas si son las cosas que me hacen amar mi tierra.

Las emociones, el tratamiento de la memoria, de la justicia, de la reparación, desde la presencia de estas mujeres es todo un regalo para las y los demás. Dicen «Las mujeres no Olvidamos». Ojalá a nosotros no se nos olvide aprender de ellas.

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